- Despedida de la crítica impresionista
Para empezar quiero dedicarle unas palabras de despedida a la crítica impresionista, será la última vez que escriba sin pensar en la metatextualidad, en el esencialismo, en el formalismo, en kent Jones o en Aki Kaurismäki. Bueno, siendo sincera en este último no puedo de dejar de pensar desde que vi Luces del atardecer, por algo lo he nombrado, obra maestras para unos, película para olvidar, si es que eres capaz, para otros. Me da un poco de pena dejar la crítica impresionista ahora que la estaba conociendo, pero todo se acaba ¿no?, y en este momento, sin venir a cuento y sin utilizar siquiera un punto y seguido, podría preguntarme ¿qué es la vida? y ¿la muerte?, y el que lea esto mirará a que altas horas de la madrugada he publicado estas líneas o directamente pondrá en tela de juicio mi coherencia mental, personalmente me hubiera decantado por la segunda opción. Pues bien, esto es lo que hace Eastwood en Gran Torino, interrogarse a si mismo sobre la vida y la muerte sin pasar de la superficialidad del lenguaje de un guión vacío. Pero no me voy a adelantar más, retomo de nuevo la idea inicial y sigo con las alabanzas a la crítica impresionista, esa en la que escribes lo que te ha parecido la película dejándote llevar por lo mucho o nada que te ha gustado, por todo aquello que te ha hecho sentir, sin más guía que la intención de expresar con palabras un cúmulo de sensaciones. Por otro lado tenemos la cuestión del yo autor al que al parecer vamos a tener que dejar un poco de lado, lo que me preocupa bastante. No es una cuestión de egocentrismo ni nada por el estilo, vale reconozco que puede parecerlo, pero reitero que no es el caso. Lo que sucede es que me parece una quimera escribir sobre cine sin que por algún extremo se escape ese yo, voluntaria o involuntariamente, al fin y al cabo cuando ves una película tu experiencia puede ser muy distinta a la del vecino del asiento de al lado, ahí está la gracia del invento. Entonces, como soy consciente de que va a ser la última crítica libre al cien por cien voy a aprovecharme del yo y de todas aquellas otras cosas que quizás en críticas venideras no podré hacer, hasta el momento estoy cumpliendo, si no ¿a cuento de qué hubiera escrito esta especie de oda al impresionismo al comienzo de lo que debería ser una crítica cinematográfica?, podría decir que he dejado el comentario de la película para el final por ser lo mejor, pero dudo que resulte convincente.
- Gran Torino, ¿un desliz?
Nunca os habéis cruzado con alguien a quien no deberíais haber puteado…mmm…déjeme que piense señor Eastwood…creo recordar a un tal Sucio…Harry el Sucio. Esto fue lo que pensé cuando escuché esta frase en Gran Torino, la diferencia que ahora me encontraba frente a un Harry más mayor y por momentos sobreactuado, por muy Eastwood que se apellide, que ha cambiado el caballo por un Gran Torino del 70 al que sacarle brillo. Es cierto que Eastwood sigue planteándose las mismas cuestiones una y otra vez, las relaciones familiares, el destino, la fe, la diferencia estriba en la profundidad del tratamiento. En Mystic River poco a poco vamos conociendo a los personajes, qué les atormenta, cómo se sienten, conocemos el pasado que ha marcado su presente para llegar a estremecernos con la desesperación del personaje de Sean Penn. Lo mismo podemos decir de Millon Dolar Baby, personalidades que crecen al tiempo que pasan los minutos de metraje. Por el contrario, en Gran Torino parece que los personajes se quedaron en la fase de preproducción, en la adolescencia o en el útero materno, es difícil aguantar tantos estereotipos maltratados durante 116 minutos. Se puede trabajar con patrones cinematográficos, pero tratándolos con respeto y haciéndolos evolucionar. Pensándolo bien, podría haber sido peor si nos hubiéramos encontrado con un final made in Hollywood, pero Eastwood tiró de experiencia para concluir con un desenlace a medio camino entre lo predecible y lo inesperado, todo un alivio para la inteligencia del espectador.
Por lo demás he de reconocer que cometí un error importante, me fijé demasiado en ese guión lleno de conversaciones no argumentadas esperando que en algún momento se introdujera en la reflexión de la vida o la muerte de la que tanto hablaba con el sufrido sacerdote y pasé por alto otros aspectos formales tan importantes como el guión. Craso error, pero por favor, entendedlo, no me pude recuperar de la conversación entre Thao, el joven vecino del señor Kowalski (Clint Eastwood), el propio señor Kowalski y el jefe de obra que va a emplear a Thao en la construcción. La frase es para recordarla, podemos hablar de la construcción y luego de tu novia y de tu coche… ¡qué grande!
A estas alturas de la que será la última critica impresionista creo que ya he dejado bastante claro lo que pienso de Gran Torino, pero he de reconocerle algo a la película y a la obligación de tener que escribir sobre ella. gracias a ambos factores vi por fin Los Puentes de Madison, ya se sabe por eso de conocer un poco más la filmología del conocido actor/director, y sinceramente, prefiero recordar al Eastwood actor y director de los Puentes de Madison o de Mystic River, dejémoslo en que todos tenemos días buenos y malos, incluido Eastwood.
muy buena!!
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