viernes, 13 de noviembre de 2009

Se fue con la mayoría

Hace tanto tiempo que no escribo, debería retroceder cinco año o más, para recordar la última vez que el cuerpo me pidió escribir de forma voluntaria. En estos cinco años dediqué mucho tiempo a redactar incontables trabajos para superar un año tras otros esa licenciatura a la que llegué con vocación y terminé buscándola por los rincones de aquella docta casa. Sin embargo, hoy, tengo la necesidad de volver a escribir para acercarme de algún modo a una amiga que lo está pasando mal.

El otro día, leyendo, hubo una frase que me dio mucho en que pensar, pensaba en ella, en su familia y en el sin sentido que les ha tocado vivir. Se fue con la mayoría, una forma dulce de decirlo. Se fue con la mayoría, sí, se fue con la mayoría, pero aquí se quedó la minoría a la que le cambió la vida.

Todos sabemos que ese día llegará -aunque no pensemos en ello-, algunos se aferran a la religión, otros nos queremos aferrar pero en muchas ocasiones nos puede el escepticismo, hay quien simplemente se afianza en el hoy porque no cree en el mañana, son muchas las posturas. Pero, qué pasa cuando alguien se va prematuramente. Siempre he dicho que no me lo puedo imaginar, porque el dolor tiene que ser tan intenso, tan insoportable que no hay palabras ni razón que pueda construir esa imagen. La vida se rompe porque esa persona a la que tanto querías aunque a veces no te dieras cuenta se ha ido, ayer estaba y hoy no, no, no es gusto.

Sin embargo, tienes que levantar la vista y utilizar toda la fuerza que te quede para mirar al frente, ahora más que nunca. ¿Por qué?, por la persona que se fue, por todo lo que te dio aún sin saberlo y por todo lo que le distes. Se fue feliz, con todas las metas en las que pudo pensar alcanzadas, con la ilusión que da la juventud intacta, se fue enamorado, se fue sintiéndose querido, se fue sin miedo a nada. Pero hay más motivos por los que seguir, por todos los que te quieren, que no son pocos, por la persona que estuvo en todo momento a tu lado sacando fuerzas de donde no las había para que no le vieras derrumbarse. Por aquellos torpes, entre los que me incluyo, que en muchas ocasiones no saben qué hacer o decir para ayudarte pero que te quieren.

Dicen que el tiempo lo cura todo, no lo sé, creo que hay heridas que son demasiado profundas para cicatrizar. El tiempo te puede enseñar a convivir con ese dolor y entonces comenzarás a sentir alivio. Hasta que llegue ese momento habrá circunstancias en las que te pueda la rabia, veces en las que quieras gritar o llorar, hazlo; llora, grita para después coger aire y seguir adelante.

Se fue al lado de la mayoría y se llevó una parte de cada uno de vosotros, no se pudo ir más tranquilo y arropado.

Muchos besos niña.

No hay comentarios:

Publicar un comentario