lunes, 14 de diciembre de 2009

Educar para fabricar ciudadanos

Anoche, buscando algo soportable que ver en la tele, tarea complicada tal y como está el panorama televisivo, me encontré con "Redes". Mis neuronas no tenían muchas ganas de pensar después de un domingo de carretera, así que rechazan de plano la idea de atender a Punset. Pero, en ese segundo de indecisión, cambiar o no cambiar, mis neuronas recibieron el estimulo necesario...un tema de esos que nos gustan, "Educar para fabricar ciudadanos" o algo parecido.

Hablaba el reportaje de la importancia de revalorizar cuestiones olvidadas en las escuelas tayloristas, (lo de las escuelas tayloristas creo que no lo decían, me lo he sacado un poco de la manga), pero el simil viene bien. Una escuela en la que el niño no sólo aprenda de forma mecánica matemáticas, lengua, historia y ese largo etcétera de materias que a la larga olvidamos (quien diga lo contrario meinte). Se trataría entonces de compatibilizar todas esas materias con el desarrollo de la vertiente social. El niño tiene que aprender a gestionar sus emociones, para lo que tiene que ser capaz de identificarlas y hablar abiertamente sobre ellas.Entiendo que desde este planteamiento educativo el niño gana progresivamente en autonomía. A su vez, en este proceso, el maestro vendría a ser algo así como un guía que tiene la obligación y la "vocación" de observar, conocer y escuhar al niño para que éste entienda el aprendizaje como algo más que la ardua tarea de la obligatoridad de las clases y la memorización de contenidos.

No sé, el tema es intereante y complejo pero viene con años de retraso, a lo que hay que añadir que en este país en el que vivimos parece que lo de la educación es algo secundario. La cuestión es que si me pongo a pensar en mis años de primaria y secundaria, diría que no sabría resolver una derivada o que sigo sin entender los límites y otros muchos conceptos matemáticos que aprendí para pasar un examen. Habría otros muchos temás de los que podría decir que no recuerdo nada, por ejemplo química o física. Pero esto no sólo lo aplico a la primaria, en los años de facultad...puedo contar con los dedos de una mano los profesores y las asignaturas que furon capaces de captar mi interés. Otro día tocará hablar de los "eruditos" que pueblan las aulas.

Lo cierto es que sólo recuerdo a aquellos que de algún modo me enseñaron valores o conceptos que puedo aplicar a la vida diaría, temas que tiene que ver más con lo social, con la manera de vivir que con un sin fin de teorías. Hablo de aquel profesor de ética que me enseñó qué era la constancia sirviéndose de la formación de las estalactitas, la profesora que me tranquilizó ante un cambio de ciudad contándome su experiencia o los profesores que me enseñaron que es la vocación imprimiendo pasión cada vez que hablaban de una película como si les fuera la vida en ello. Con estos recuerdos sólo vengo a reforzar la idea principal del reportaje porque todos deberíamos haber tenido un rincón de la paz en la esquina contaria al rincón de castigo.

A esos profesores, gracias.

No la maten

sábado, 28 de noviembre de 2009

Hay algo peor que un hombre machista

No me considero feminista, ni soy partidaria de la discriminación positiva. Mi lucha contra el machismo es más bien del día a día, de compartir tareas domésticas, de no poner etiquetas y esos pequeños detalles que creo que son muy importantes.
Lo cierto es que hay algo peor que un hombre machista, una mujer machista. Me seguiré negando a acaptar una posición permisiva en la que él, en igualdad de condiciones, no tiene ninguna obligación doméstica. Que soy cruel, puede ser, aunque podría serlo aún más, que mi posición supone broncas, pues vale, pero ya te darás cuenta de que eras tú la que te equivocabas. Pero hazme un favor, luego no vengas a quejarte que gran parte de la culpa es tuya por permitir que los patrones se repitan.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Se fue con la mayoría

Hace tanto tiempo que no escribo, debería retroceder cinco año o más, para recordar la última vez que el cuerpo me pidió escribir de forma voluntaria. En estos cinco años dediqué mucho tiempo a redactar incontables trabajos para superar un año tras otros esa licenciatura a la que llegué con vocación y terminé buscándola por los rincones de aquella docta casa. Sin embargo, hoy, tengo la necesidad de volver a escribir para acercarme de algún modo a una amiga que lo está pasando mal.

El otro día, leyendo, hubo una frase que me dio mucho en que pensar, pensaba en ella, en su familia y en el sin sentido que les ha tocado vivir. Se fue con la mayoría, una forma dulce de decirlo. Se fue con la mayoría, sí, se fue con la mayoría, pero aquí se quedó la minoría a la que le cambió la vida.

Todos sabemos que ese día llegará -aunque no pensemos en ello-, algunos se aferran a la religión, otros nos queremos aferrar pero en muchas ocasiones nos puede el escepticismo, hay quien simplemente se afianza en el hoy porque no cree en el mañana, son muchas las posturas. Pero, qué pasa cuando alguien se va prematuramente. Siempre he dicho que no me lo puedo imaginar, porque el dolor tiene que ser tan intenso, tan insoportable que no hay palabras ni razón que pueda construir esa imagen. La vida se rompe porque esa persona a la que tanto querías aunque a veces no te dieras cuenta se ha ido, ayer estaba y hoy no, no, no es gusto.

Sin embargo, tienes que levantar la vista y utilizar toda la fuerza que te quede para mirar al frente, ahora más que nunca. ¿Por qué?, por la persona que se fue, por todo lo que te dio aún sin saberlo y por todo lo que le distes. Se fue feliz, con todas las metas en las que pudo pensar alcanzadas, con la ilusión que da la juventud intacta, se fue enamorado, se fue sintiéndose querido, se fue sin miedo a nada. Pero hay más motivos por los que seguir, por todos los que te quieren, que no son pocos, por la persona que estuvo en todo momento a tu lado sacando fuerzas de donde no las había para que no le vieras derrumbarse. Por aquellos torpes, entre los que me incluyo, que en muchas ocasiones no saben qué hacer o decir para ayudarte pero que te quieren.

Dicen que el tiempo lo cura todo, no lo sé, creo que hay heridas que son demasiado profundas para cicatrizar. El tiempo te puede enseñar a convivir con ese dolor y entonces comenzarás a sentir alivio. Hasta que llegue ese momento habrá circunstancias en las que te pueda la rabia, veces en las que quieras gritar o llorar, hazlo; llora, grita para después coger aire y seguir adelante.

Se fue al lado de la mayoría y se llevó una parte de cada uno de vosotros, no se pudo ir más tranquilo y arropado.

Muchos besos niña.

sábado, 8 de agosto de 2009

GI Joe


Stand by
Título: GI Joe: The Rise of CobraTítulo Original: G.I. JoeGénero: AcciónNacionalidad: USAAño: 2009Director: Stephen SommersGuión: Stuart BeattieReparto: Dennis Quaid, Channing Tatum, Sienna Miller, Ray Park, Rachel Nichols, Adewale Akinnuoye-Agbaje, Said Taghmaoui, Marlon Wayans, Joseph Gordon-Levitt, Arnold Vosloo, Christopher Eccleston

¿Qué se puede ver una calurosa tarde de verano con una cartelera más que limitada?, La opción acertada fue dejarse llevar y entrar a la sala 1 para ver GI Joe sin el más mínimo conocimiento de sus antepasados –cómics, juguetes, serie…y aún mejor, sin conocer el nombre de director (Stephen Sommers) y su filmografía, dato que me hubiera hecho pensar en un plan B para desviarme de la taquilla. Y es que títulos como La Momia (1999), El regreso de la momia (2001) o Van Helsing (2004) no es que sean santo de mi devoción. Pero ya vuelvo a las andadas cometiendo errores de base, está claro que el género no está entre mis predilectos por lo que no sería justo que opinara sobre las películas mencionadas.

Gi Joe es una película cargada de acción que he de nombrar porque rompió un prejuicio con el que acudí a la sala de forma inconsciente. Si nos paramos a mirar algunos títulos de los últimos años o de las últimas décadas, Blade Runner, Matrix, Existenz, Minority Report, Inteligencia Artificial y un largo etcétera de películas que no recuerdo o que no he visto plantean temáticas trascendentales bajo el telón de los efectos especiales. Esto no es nuevo, pero sí que es en los últimos tiempos cuando se ha puesto más de moda filosofar junto con las naves espaciales, las visiones futuristas o los zombis. Es como si de esta forma el género consiguiera entrar en la vida de cinéfilos incultos e intolerantes. GI Joe parece no tener ese trasfondo, no hay más que una lucha entre el bien y el mal en un campo de tecnología que por muy avanzada que esté la ciencia es mentalmente inalcanzable. La misión de GI Joe es entretener y lo consigue con un montón de clichés made in USA y rememorando algunas de las películas más taquilleras de los últimos años. Clichés…por supuesto aparece la típica ceremonia militar por un soldado caído aderezada con el chico guapo con chupa de cuero conduciendo una Harley (creo que era una Harley), o tenemos más de un dejà vu que nos lleva hasta los escenarios de Matrix, o los de La Guerra de las Galaxias o vemos las peleas de Kill Bill en versión infantil. Toda esta amalgama de recuerdos y patriotismo americano se entreteje con algo de parodia del héroe americano que hace que la película gane algunos puntos. A lo que hay que sumar que no cae ningún monumento de la patria...esta vez le toca a Francia.

GI Joe es una película entretenida de principio a fin, con grandes escenas de acción con un ritmo frenético que se puede ver con la mente en stand by…propicia para los meses veraniegos.
PD: Con un comentario bastante escueto de la película y no muy profundo que digamos tengo que dejar constancia de la que puede ser la mejor frase de la película...la información gana batallas...

domingo, 28 de junio de 2009

VÍCTOR ERICE, EL DESCUBRIMIENTO

Ficha técnica: España/Francia. Argumento y guión: Víctor Erice, a partir de un relato de Adelaida García Morales. Fotografía: José Luis Alcaine. Música: Piezas de Ravel, Schubert y Granados. Montaje: Pablo G. del Amo. Producción: Elías Querejeta, P.C., TVE y Chloe Productions. Jefe de producción: Primitivo Alvaro. Duración: 93 min.
Ficha artística: Omero Antonutti (Agustín), Sonsoles Aranguren (Estrella, 8 años), Icíar Bollaín (Estrella, 15 años), María Massip (Estrella adulta, voz en off), Lola Cardona (Julia), Rafaela Aparicio (Milagros), María Caro (Casilda), Francisco Merino (enamorado), José Vivo (camarero), José García Morilla (chófer), Aurore Clément (Laura-Irene Ríos), Germaine Montero (Doña Rosario).
El compromiso con el arte

Yo aprendí cine en una escuela en la que no teníamos siquiera una cámara y donde todo pasaba en una pizarra. No tengo nostalgia de aquello, pero sí creo que fue importante aprender a relatar sin tener nada[1].

Si decía en la crítica anterior, en un intento de definir el cine de Carlos Sorín, y por ende, al propio Sorín, que era un romántico descontextualizado, Víctor Erice podría ser el primo hermano impresionista al que le gusta experimentar en cada uno de sus trabajos tomando caminos inesperados.

Son muchos los que se refieren a la obra de Erice como un cine poético. No les falta razón para denominarlo de esta forma, sin embargo parece que esta expresión se queda corta después de ver el tándem El sur (1982) y Alumbramiento (2002). Al igual que sucede con la película que hoy nos atañe, la definición de este cineasta vizcaíno está incompleta, le falta algo que va más allá de la poesía y que quizás no se pueda precisar hasta que no lleguen obras venideras. Estudiante de Ciencias Políticas y Derecho hizo un gran favor a Gombrich cuando decidió dedicarse al cine, puesto que, al igual que su admirado Kiarostami, es uno de esos autores que ayudan a la subsistencia de las condiciones ecológicas del arte.

Decía Bordieu que todas esas películas conservadas en las cinematecas y en los museos del cine son el producto de universos sociales que se conformaron de a poco, liberándose de las leyes del mundo ordinario y en particular de la lógica del beneficio[2]. Que Erice no se rige por las leyes del mundo ordinario es un hecho contrastable, solo hay que ver la calma de sus planos o el tratamiento de la luz, en cuanto a la lógica del beneficio, la objetividad cuantitativa se impone, tres largometrajes en más de 40 años. Una escasa filmografía compuesta por El espíritu de la colmena (1973), El Sur (1982) y El sol del membrillo (1992). A lo que hay que añadir Alumbramiento (2002), un cortometraje que se integra en el proyecto Ten Minutes Older en el que participan otros autores como Aki Karismaki, Jean-Luc Godard o Wim Wenders. También realizó el mediometraje La norte rouge (2005), para la exposición Erice-Kiarostami, proyecto museístico que deja al descubierto la categoría artística que adquiere el cine para Erice; el cine puede formar parte de los museos al igual que cualquier pintura u obra contemporánea. Bajo el auspicio de este proyecto ambos directores comenzaron a intercambiar una serie de video-correspondencias, al estilo de trabajos reflexivos tan personales como el realizado por Godard en su serie documental Histoire(s) du cinéma.

El Sur se basa en un relato corto de Adelaida García Morales y nos cuenta la historia de Estrella, la joven protagonista a la que acompañamos en un viaje personal de maduración y conocimiento. Reconstruye su pasado encajando los fragmentos que le cede la memoria, ella misma reconoce que son pocos los instantes que guarda de su madre pese a pasar la mayor parte de su infancia con ella. La memoria, el subconsciente, se presenta así como uno de esos misterios que el ser humano no ha sido capaz de descifrar, lo que de alguna manera evoca a la narrativa de Proust. Sin saber muy bien porqué, el largo camino flanqueado de árboles que lleva hasta la casa de Estrella, enlaza con los caminos que flanquean Combray, poco tiene que ver el paisaje que describe Proust con la larga arboleda que lleva hasta La Gaviota, pero ambos caminos se reconstruyen de la misma forma, a través de los pequeños detalles subjetivos que dejan huella en la memoria y con la inestimable ayuda de la imaginación de los protagonistas.

81/48 /33

El rodaje de El Sur comenzó un 12 de diciembre de 1982, contaban con 81 días de rodaje de los cuales sólo se cumplieron 48 jornadas restando 33 días de producción. La interrupción del rodaje como consecuencia de algunos problemas con la financiación tuvo dos secuelas inmediatas, una película inacabada en la que Estrella nunca llegará al sur, y la frustración personal del autor que entiende que, su carácter inacabado está sencillamente en las imágenes. Estrella en el sur tenía que completar la dimensión moral del relato conociendo el paraíso particular de su padre, aquel al que nunca pudo regresar. Cuando Erice habla de este proyecto sus palabras destilan cierto tono de desaliento, habla desde la desilusión de un artista al que se le coarta, la desilusión que puede sentir un pintor ante un lienzo inacabado. Pese a parecer un hombre reflexivo, sereno e introspectivo no puede disimular el extraño vínculo de amor-odio que establece con su obra incompleta, es la pequeña espina que esperemos que algún día se pueda quitar, no por el público, mayoritariamente satisfecho con el resultado, más bien por una cuestión personal.

Y es que si no se sabe las vicisitudes que interfirieron en la producción ¿quién diría que El Sur es un proyecto inacabado? La película, tras un largo flash-back, uno de los más bonitos que se puedan ver, regresa al momento en el que Estrella encuentra el péndulo de su padre bajo la almohada, el espectador sabe todo lo que necesita saber, Estrella comenzará a partir de este momento un viaje que le hará crecer. Cada descubrimiento será una herida, y cada herida un paso al conocimiento.

Sabe, los surrealistas decían que la sociedad estaba montada sobre un crimen fundacional. Los niños, a su manera, lo descubren cuando pierden la inocencia. Descubrir la brecha entre la pantalla y la sala ya es eso. Cada descubrimiento es una herida y cada herida es un paso en el acceso al conocimiento[3]

El sur no es una obra inacabada, será una obra eternamente prorrogada porque cada lector llevará a Estrella por un camino distinto, pero sólo cambiará la ruta. Aquellos que capten la esencia de la joven protagonista saben que, parafraseando a Benedetti, Estrella no se quedará inmóvil al borde del camino, no se llenará de calma, no reservará del mundo sólo un rincón tranquilo. El sur la espera, y al igual que hace Estrella, el espectador tendrá que reconstruir ese viaje ayudado por la imaginación y por aquellos lazos que le puedan unir a ese paraíso particular que aquí se llama sur pero que podría ser cualquier otro lugar. Probablemente una segunda parte de la película sería un alivio para Erice, y un placer visual para el espectador, pero no la conclusión de un viaje que continuó desde el momento en el que el autor cerró la primera etapa en la pantalla.

De la trastienda y los pequeños guiños

Mucho hemos hablado hasta ahora de la película y su director, pero no podemos olvidar esos pequeños detalles que no pasan desapercibidos para el cinéfilo y que engrandecen aún más, si cabe, la narración. El sur no es sólo la historia de un personaje, es la historia de un país dividido. El trasfondo de una guerra civil que deja una dura posguerra de odios, redecillas y frustraciones representadas en la dualidad norte/sur y en la nula relación entre Agustín y su padre. Rafaela Aparicio es la encargada de explicar a Estrella el sin sentido de una guerra en un diálogo que merece la pena que sea reproducido íntegramente.

Para que tú veas, de los malos de los buenos, para que tú te des cuenta, cuando la república, bueno antes de la guerra, tu abuelo era de los malos y tu padre de los buenos; pero luego, cuando ganó Franco, tu abuelo se convirtió en un santo y tu padre en un demonio, ¿ves lo que son las cosas de este mundo?, palabras, nada más que palabras.

Por otro lado tenemos una disculpa de Erice hacia Alfred Hitchcock que se convierte en un regalo para el espectador. Reconoce el director que hubo un tiempo en el que no valoró el cine del maestro del suspense, será porque son formas distintas de ver el cine, pero reconoció la aportación del director al séptimo arte cuando en El Sur, Estrella, convertida ya en una adolescente se para frente al cine Arcadia y contempla el cartel de La sombra de una duda, un ejercicio de intertextualidad sutil pero de enorme valor. Pero el amor que Erice tiene por el cine queda aún más claro cuando vemos a Agustín ensimismado ante la pantalla, el espectador queda así reflejado dentro del propio cine, se identifica con el personaje con el que está compartiendo una misma experiencia. En más de una ocasión hemos visto la emoción del espectador en una sala de cine, inolvidable la carita inocente y la mirada viva del niño de Cinema Paradiso (1988) ante la pantalla mágica. O quién no recuerda a Amélie mientras observa las reacciones de los espectadores, mejor dicho, ¿quién no ha hecho esto alguna vez?

Otra escena maravillosa y punto de inflexión en la película, es el momento del baile tras la comunión de la niña, resuelto con un plano secuencia que empieza y termina en el mismo punto, el velo blanco sobre la silla; la inocencia, la pureza que a partir de este momento comenzará a perder Estrella. Al ver a la niña vestida con su traje de primera comunión iluminada por la luz de una vela viene a la memoria una de las películas españolas más taquilleras, Los Otros de Alejandro Amenábar. Desconozco si para Amenábar puede ser una influencia Victor Erice pero me parece ver cierto parecido entre ambas imágenes, de la misma forma que los dos directores miman el tratamiento de la luz y la convierten en protagonista en sus películas. Sería injusto no nombrar aquí la fotografía de José Luis Alcaine, simplemente deslumbrante al igual que también sería inmoral no hacer referencia a la extraordinaria selección musical de piezas de Schubert y Granados.
En el tren

El sur es una película que no puede dejar indiferente a nadie, algo encontrarás en ella que te retenga ante la pantalla, serán los personajes, será la música, será la nostalgia, la pelota que rueda por las escaleras, la caja donde guarda los pequeños tesoros de la infancia, los secretos inconfesables que fueron descubiertos; sea lo que sea, cuando termine, sabrás que acabas de ver una de esas películas que no olvidas y siempre recomiendas.

Hay en el mundo unas islas que ejercen sobre los viajeros una irresistible y misteriosa fascinación. Pocos son los hombres que las abandonan después de haberlas conocido; la mayoría dejan que sus cabellos se vuelvan blancos en los mismos lugares donde desembarcaron; hasta el día de su muerte, a la sombra de las palmeras, bajo los vientos alisios, algunos acarician el sueño de un regreso al país natal que jamás cumplirán. Esas islas son las Islas del Sur. Cuentan que en ellas estuvo en tiempos el Paraíso.

En las Islas del Sur, de Robert Louis Stevenson[4]

[1]http://www.elpais.com/articulo/cultura/Victor/Erice/Abbas/Kiarostami/continuan/singular/cruce/cartas/filmadas/elpepicul/20060704elpepicul_4/Tes
[2] Bordieu, Pierre, Preguntas a los verdaderos amos del mundo, publicado en Le Monde y Libération el 14 y 14 de octubre de 1999
[3]http://www.elpais.com/articulo/cultura/Tengo/guion/escrito/quiero/realizarlo/condiciones/industriales/elpepicul/20070925elpepicul_6/Tes
[4] Este debería haber sido el fragmento que cerrara la película en la voz de Fernando Fernán Gómez si se hubiera terminado tal y como la pensó Víctor Erice

lunes, 22 de junio de 2009

DE LAS HISTORIAS MÍNIMAS DE UN ROMÁNTICO DESCONTEXTUALIZADO

Dirección: Carlos Sorin.Países: Argentina y España. Año: 2002. Duración: 92 min. Interpretación: Javier Lombardo (Roberto), Antonio Benedictis (Don Justo), Javiera Bravo (María), Laura Vagnoni (Estela), Mariela Díaz (Amiga de María), Julia Solomonoff (Julia), Anibal Maldonado (Don Fermín), Magín César García (Cesar García), María Rosa Cianferoni (Ana), Carlos Monteros (Losa).Guión: Pablo Solarz. Producción: Martín Bardi.Música: Nicolás Sorín. Fotografía: Hugo Colace.Montaje: Mohamed Rajid.Dirección artística: Margarita Jusid.

Si me dan un millón de dólares, no sé qué historia contar.

Sorín es un Romántico descontextualizado en la época del prefijo hiper. Como buen Romántico imprime en el cine su mundo interior, rechaza la norma, reivindica el concepto de autor e introduce la belleza de lo cotidiano en su discurso. Y es que este director argentino ya chocó de pleno con la industria, desencantado y asustado abandonó lo que para él era su forma de expresión para resurgir con la lección aprendida, lo suyo era el cine de la contención.

Tras saborear las miles del éxito con La película del rey (1986), León de Plata en el Festival de Venecia; descubrió la cara más oscura de la industria con Una eterna sonrisa de New Jersey. Le costó diez años comprender que el éxito no es señal de nada, diez años en los que se refugió en la publicidad. Tras este periodo, con las heridas cicatrizadas por el paso del tiempo, asumió que la incertidumbre y el miedo es una parte del oficio y encontró el camino cinematográfico que le permitía fallar, el cine de la contención o el cine de bajo presupuesto, lo que no significa ideas mediocres. Muy al contrario, cree Sorín que haciendo este tipo de cine puede ser autor, lo que en palabras de Bazin consistía en elegir en la creación artística el factor personal como criterio de referencia, para postular después su permanencia e incluso su progreso de una obra a la siguiente. En definitiva, Sorín reivindica la libertad creativa de la que hablaban los románticos y la pone en práctica con su Historias Mínimas (2002) para continuar con El camino de San Diego (2006) y Bombón el Perro (2004).

A diferencia de lo que puede parecer, el director argentino no se muestra resentido con la todopoderosa industria hollywoodiense, entiende que el cine espectáculo que se hace en Hollywood crea la necesidad de un cine más minimalista, en el que tiene cabida la diversidad de las múltiples miradas existentes.

De las historias mínimas.

Historias Mínimas es una road-movie ambientada en las estepas de la Patagonia que presenta los micromundos cotidianos de personajes sencillos, humanos y sensibles interpretados de forma magistral por actores no profesionales. Si Sorín hubiera ambientado esta película en cualquier otro lugar, probablemente las historias de don Justo o de María hubieran perdido encanto. Y es que la soledad de la estepa, la desnudez de sus carreteras hablan también de la soledad y de la austeridad de los personajes. Si la Patagonia se transformara en París, Londres, Barcelona o cualquier otra gran urbe tal vez los personajes no tendrían su camino tan claro, estarían en medio de la encrucijada, asustados, dubitativos, discerniendo sobre los peligros que le pueden acechar en cada uno de las rutas opcionales. Por el contrario, don Justo tiene muy claro su objetivo, y por tanto, su camino, quiere llegar a encontrar a su perro para redimir las culpas del pasado. El camino de la ingenua María le lleva a descubrir el mundo de los sueños que vende la televisión. Don Fermín viaja con un pastel bajo el brazo buscando el amor, sin duda el personaje retratado con más humor e incluso con algo de socarronería.

Historias Mínimas es una ficción con rasgos de documental (en parte, gracias a la interpretación de no actores) que transmite la veracidad de la realidad que Sorín ha querido reflejar. La realidad de aquellos que al igual que el director persiguen pequeñas ilusiones.